La crisis Financiera en EE UU y sus consecuencias sociales
Nildo
Viana*
Traduccion:
Ramon Diaz
La crisis financiera norteamericana posee raíces mucho más profundas que parece a simple vista, bien como consecuencias sociales mucho más graves que aparenta. El proceso en circulación actualmente no es un acontecimiento extraordinario que emerge por razones casuales, pero es decurso de un proceso histórico y uno conjunto de determinaciones más amplias, cuya apariencia puede engañar.
Hay una casi unanimidad en explicar la crisis financiera norteamericana por el aumento del tasa de interés para combatir la inflación. Pero existen explicaciones un poco diferentes, pues para los neoliberales más conservadores, la crisis es explicada por la intervención estatal que generaría garantías y confianza ficticias. Hay también aquellos, a la izquierda, que ponen la crisis de sobreacumulação como causa o entonces los ciclos económicos capitalistas, que, para algunos disteis, generarían (o, para otros, ya generaron) una crisis del capitalismo.
En que pese
exista momentos de verdad en todas estos análisis, en su totalidad y en sí
mismas, son equivocadas. Unos enfatizan los “factores estructurales” y otros
los “coyunturales”, no percibiendo que están entrelazados. De ahí unos perciben
aproximación de la “crisis final del capitalismo” y otros “crisis pasajera”,
con los abordajes intermediarias. Las consecuencias podrían ser la guerra y lo
colapso del capitalismo, generando más pobreza, conflictos, destrucción y nueva
ola de guerras, en la concepción más estructural mientras que en la concepción
más coyuntural, serían quiebras, aumento de la inflación, etc., que podrían
tener impacto mayor o menor, dependiendo de las medidas estatales y otras
acciones en el mercado mundial para contener este proceso.
El proceso está
ligago a una característica permanente del capitalismo, que es la tendencia decreciente
de la tasa de ganancia. Esta tiende a profundizarse cada vez más con el
desarrollo histórico del capitalismo, pero este cría contra-tendencias y busca
desacelerar este proceso. El desarrollo tecnológico y la acumulación cada vez
mayor de trabajo muerto (medios de producción, trabajo materializado en
mercancías) son las principales causas de esta tendencia. La intervención
estatal, el aumento de productividad, la captación de recursos externos vía
explotación internacional, el aumento de la masa de ganancia, son las
principales estrategias para combatirse su profundidad y aceleramento. La
resistencia nacional contra la explotación internacional y la presión de los
trabajadores y otros sectores sociales son los principales obstáculos para tal
realización. A cada era del desarrollo del capitalismo, se instaura un régimen
de acumulación que cristaliza una determinada formación estatal, relaciones
internacionales y organización del proceso de trabajo, que le caracterizan y
presentan las formas existentes de combatir esta tendencia decreciente de la
tasa de ganancia mediano.
Lo que viene ocurriendo, es que el actual régimen
de acumulación – el régimen de acumulación integral, fundado en el
neoliberalismo, en el toyotismo y en el neo-imperialismo – ya no está
consiguiendo contener ese proceso, lo que consiguió relativamente en los años
1980 y sobre todo en los años 1990, que fue su periodo de auge. Ahora, hay
indicadores de que el régimen de acumulación integral inicia su proceso de
caída. El aumento de la tasa de ganancia mediano en los años 1990 viene siendo
substituido por la caída a partir del año 2000.
La gran cuestión es que la caída de la tasa de ganancia mediano tiende a producir efectos inflacionistas crecientes y otras determinaciones profundizan tal tendencia. La inflación tiende, con el incremento de los precios, la restringir parte del mercado consumidor. Sin embargo, una de las estrategias vueltas para disminución de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia es aumentar la masa de ganancia, es decir, producir cada vez más mercancías y venderlas, lo que cría la necesidad constante de aumento del mercado consumidor. El nuevo régimen de acumulación contribuye con el aumento del mercado consumidor en algunos sectores, pero disminuye el consumo de la camada más empobrecida de la población, afectada por el paro y otros procesos paralelos.
La gran cuestión es que la caída de la tasa de ganancia mediano tiende a producir efectos inflacionistas crecientes y otras determinaciones profundizan tal tendencia. La inflación tiende, con el incremento de los precios, la restringir parte del mercado consumidor. Sin embargo, una de las estrategias vueltas para disminución de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia es aumentar la masa de ganancia, es decir, producir cada vez más mercancías y venderlas, lo que cría la necesidad constante de aumento del mercado consumidor. El nuevo régimen de acumulación contribuye con el aumento del mercado consumidor en algunos sectores, pero disminuye el consumo de la camada más empobrecida de la población, afectada por el paro y otros procesos paralelos.
Unas de las formas de mantener un mercado consumidor
es el sistema de crédito, que cada vez más queda presente en la vida cotidiana
de las personas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El sistema de
crédito permite el consumo mismo para aquellos que no poseen recursos
financieros inmediatamente.
Este conjunto de elementos ayuda a comprender la crisis financiera norteamericana y sus desdoblamientos mundiales, bien como sus consecuencias. Al final de los años 1990, hubo una expectativa elevada con la emergencia de las empresas ponto.com (empresas de la internet como Amazon, por ejemplo) en relación les, lo que generó diversos inversiones que, sin embargo, no tuvieron prosecución y en 2000 tais empresas entraron en crisis. La ampolla de la economía planetaria explotó. Esto, al lado de la caída de la tasa de ganancia mediano y por acontecimientos coyunturales, tal como el atentado de 11 de septiembre, provocó la reacción del Federal Reserve, el banco central norteamericano, que redujo los tipos de interés visando calentar el mercado y reanudar el crecimiento. El FED (Federal Reserve) también promovió un incentivo al sistema de crédito y esto, aliado con la baja de los intereses, provocó una valorización de los inmuebles.
Hubo, así, una expansión del sector inmobiliario.
En este contexto habían sido creados los llamados “títulos rastreados” y el
nicho de mercado compuesto por el “subprime”. Esto creó lo que los economistas
llaman de “ampolla”: los precios suben y valorizan el mercado inmobiliario,
volviendo-el fuente de inversión. Las hipotecas habían pasado a ser
refinanciadas por los mutuarios, que habían pasado a recibir dinero extra de
los bancos. Los bancos crearon títulos lastreados en hipotecas, es decir, que
estarían garantizados por ellas, y vendieron en el mercado para inversionistas
que también los revendieron.
Esta
valorización aumentó la demanda por nuevas hipotecas por parte de la población,
ya que se volvió una forma de adquirir dinero. En esta protuberancia, un nuevo
nicho de mercado fue explotado, el subprime, compuesto por personas de más baja
renta, mayor grado de impago y riesgo, pero proporcionando mayor retorno. Con
la caída de la tasa de ganancia a partir de los años 2000 se creó una constante
presión inflacionista que convive con la necesidad de reproducción ampliada del
mercado consumidor, lo que fue realizado, en EE UU, en el caso de la crisis de
las empresas ponto.com.
En otras palabras, se resolvió el problema del mercado consumidor, pero no el de la inflación, que continuaba presionando, y con el pasar del tiempo tiende a volverse más fuerte, a no ser se hubiese una ampliación de la tasa de ganancia mediano y/u otras determinaciones del proceso inflacionista fuesen reducidas o eliminadas. Sin embargo, esto no aconteció y la presión inflacionista continuó, forzando el Estado norteamericano a aumentar la tasa de intereses para impedir su crecimiento. La valorización de los inmuebles, con el aumento del tipo de interés, empieza a perder aliento y provocar desvalorización.
En otras palabras, se resolvió el problema del mercado consumidor, pero no el de la inflación, que continuaba presionando, y con el pasar del tiempo tiende a volverse más fuerte, a no ser se hubiese una ampliación de la tasa de ganancia mediano y/u otras determinaciones del proceso inflacionista fuesen reducidas o eliminadas. Sin embargo, esto no aconteció y la presión inflacionista continuó, forzando el Estado norteamericano a aumentar la tasa de intereses para impedir su crecimiento. La valorización de los inmuebles, con el aumento del tipo de interés, empieza a perder aliento y provocar desvalorización.
La consecuencia
de esto es el impago, la pérdida del valor de las hipotecas y todo lo que se
propagó en su decurso, alcanzando el capital bancario, que entró en crisis.
Así, el subprime y los títulos lastreados provocaron pérdidas en el sector
bancario, sin hablar del impago creciente. La quiebra alcanzó algunos bancos y
amenazó otros, y el gobierno norteamericano buscó varias acciones para evitar
un colapso todavía mayor, a través de préstamos y otras medidas visando
salvarlos. La ampolla del mercado inmobiliario también explotó. La quiebra de
grandes bancos es sólo un lado de este proceso, que provoca el desaquecimento
de la economía norteamericana, aumenta sus dificultades, alcanza el poder
adquisitivo del mercado consumidor, lo que tiende a generar aumento del paro
(que ya contaba con tasas elevadas desde la emergencia del neoliberalismo),
etc., lo que irá a afectar varios otros sectores en EE UU y fuera de él.
Así, la integración mundial del capitalismo y la interdependencia financiera provocan un proceso de irradiación de la crisis financiera norteamericana y esto tiende a intensificarse con el agravamiento de la situación en EE UU. EL Estado neoliberal abandona su programa ortodoxo y pasa a intervenir cada vez más, lo que es una necesidad actual. Esta intervención podrá ser más o menos eficaz. Se fuere más eficaz, podrá contener la crisis en los marcos de una crisis financiera con consecuencias mucho graves en los de más sectores; se fuere ineficaz, tiende a abrir la posibilidad de una crisis del régimen de acumulación – que puede volverse una crisis global del capitalismo. Está claro que esto no depende sólo del gobierno norteamericano, pero él es uno de los principales agentes en ese proceso.
Así, la integración mundial del capitalismo y la interdependencia financiera provocan un proceso de irradiación de la crisis financiera norteamericana y esto tiende a intensificarse con el agravamiento de la situación en EE UU. EL Estado neoliberal abandona su programa ortodoxo y pasa a intervenir cada vez más, lo que es una necesidad actual. Esta intervención podrá ser más o menos eficaz. Se fuere más eficaz, podrá contener la crisis en los marcos de una crisis financiera con consecuencias mucho graves en los de más sectores; se fuere ineficaz, tiende a abrir la posibilidad de una crisis del régimen de acumulación – que puede volverse una crisis global del capitalismo. Está claro que esto no depende sólo del gobierno norteamericano, pero él es uno de los principales agentes en ese proceso.
Las consecuencias de la crisis en EE UU son las ya visibles, desde la fractura de bancos hasta la caída del consumo y del nivel de vida de la población, y, caso no sea contenida, disminuir considerablemente el mercado consumidor y, de modo que, el paro y lo sector comercial e industrial, entre otros, creando un balón de nieve que debe alcanzar varios otros países. Esto es más grave teniendo en cuenta que los EE UU tienen 5% de la población mundial y que su consumo, sin embargo, es de 19%, es decir, es una loncha importante del mercado consumidor mundial.
Las consecuencias en los de más países pueden ser las inmediatas, ya visibles, tal como la reproducción de la crisis financiera en otros países, y sus efectos inmediatos, hasta la reproducción de sus consecuencias posibles y más a largo plazo. Los bancos europeos ya fueron parcialmente alcanzados y los gobiernos europeos tampoco ahorraron esfuerzos para salvarlos. Algunos países son alcanzados más fuertemente y rápidamente que otros, pero, de una forma u otra, todos acaban siendo alcanzados.
En el caso brasileño, los reflejos de la crisis norteamericana son, a corto plazo, un poco menores, ya que el entrelazamiento directo con los elementos responsables por la crisis americana prácticamente no existen, pero ocurrirá, sin duda, dificultad de préstamos, entre otras consecuencias. Sin embargo, con el desdoblamiento de la crisis para otros sectores o la propia ampliación de la crisis financiera, tiende a alcanzar el Brasil de forma cada vez más intensa, lo que ocurriría también en escala mundial. Esto ocurriendo significaría aumento de la pobreza, paro, conflictos, violencia, criminalidad, en escala ampliada y más intensa que ya existe. De cualquier forma, el desaquecimento del crecimiento deberá ocurrir, en mayor o menor grado, bien como esto tiende a acelerar y ampliar debido a la situación ya desfavorable de la acumulación de capital a nivel mundial.
Estas consecuencias sociales, sin embargo, tienden a promover reproducción de otras consecuencias sociales. La desaceleración del crecimiento, el aumento de los intereses, etc., tienden a aumentar el paro y la pobreza, que ya están en límites insoportables en algunos países. El hambre mundial ya sobrepasa la cifra de los 900 millones de personas, y el paro ya alcanza una parte considerable de la población mundial. La crisis financiera provocando la ampliación de este proceso, tiende a generar una situación social cada vez más insostenible.
Los EE UU ya
viven una situación de alto grado de paro, problema de vivienda, pobreza, bien
como disminución del poder adquisitivo de gran parte de la clase media, lo que
viene se intensificando. Esto genera nuevas consecuencias: aumento de la
criminalidad, violencia, represión policial, conflictos. La población
carcelaria en el mundo, que tuvo un crecimiento atemorizador a partir de la
década de 1980, podrá aumentar drásticamente. Las revueltas sociales, en este
contexto, tienden a volverse cada vez más constantes y radicales. El hambre en
el continente africano provoca innúmeras revueltas y, en un contexto de
profundidad de la crisis, tiende a volverse más intenso y alcanzar cada vez más
países. El aumento de la represión estatal, a su vez, provoca todavía más
conflictos, en un espiral ascendente. Rápido, las principales consecuencias
sociales de la crisis financiera son, caso sea contenida, aumento de la
pobreza, paro, miseria y conflictos, y, caso no sea, emergencia de extremismos,
revueltas y la posibilidad de uno reaparecimento de guerra regímenes
dictatoriales o de revoluciones sociales. Más adelante de esto, cambios
culturales tienden a ocurrir, tal como el retroceso de la ideología neoliberal
más ortodoxa y la pérdida de su hegemonía, y el avance de la cultura
contestadora (marxismo, anarquismo) y, como siempre, intelectuales cambiando de
perfil al sabor de la moda o de la coyuntura.
Sin embargo, la crisis financiera tiende a ser volver crisis general y esto tendrá consecuencias mucho más profundas. Para evitar esto, los estados nacionales (que nunca tuvieron fin a pesar del discurso ideológico del “fin del estado-nación”) van a tener que aumentar el control del sistema financiero y promover varias políticas para contener la crisis y sus desdoblamientos. El fundamental, desde el punto de vista de los gobiernos nacionales, deberá ser evitar que la crisis financiera pase a ser una crisis del régimen de acumulación. Sin embargo, dependiendo de otras determinaciones y de los de más agentes sociales envueltos, mismo las medidas más drásticas y eficaces podrán fracasar. Así, el futuro tiene tendencias y cuál de ellas irá a predominar va a depender las acciones sociales y de las opciones que los seres humanos tomarán, reforzando la resolución de la crisis, su profundidad o, como luz en el fin del túnel, la transformación social, lo que significaría la constitución de nuevas relaciones sociales en los cuales los seres humanos y su destino no queden en la dependencia de los detentadores del capital.
Sin embargo, la crisis financiera tiende a ser volver crisis general y esto tendrá consecuencias mucho más profundas. Para evitar esto, los estados nacionales (que nunca tuvieron fin a pesar del discurso ideológico del “fin del estado-nación”) van a tener que aumentar el control del sistema financiero y promover varias políticas para contener la crisis y sus desdoblamientos. El fundamental, desde el punto de vista de los gobiernos nacionales, deberá ser evitar que la crisis financiera pase a ser una crisis del régimen de acumulación. Sin embargo, dependiendo de otras determinaciones y de los de más agentes sociales envueltos, mismo las medidas más drásticas y eficaces podrán fracasar. Así, el futuro tiene tendencias y cuál de ellas irá a predominar va a depender las acciones sociales y de las opciones que los seres humanos tomarán, reforzando la resolución de la crisis, su profundidad o, como luz en el fin del túnel, la transformación social, lo que significaría la constitución de nuevas relaciones sociales en los cuales los seres humanos y su destino no queden en la dependencia de los detentadores del capital.
Nildo Viana es sociólogo, filósofo, militante del Movimiento
Autogestionário, y autor de diversos libros, entre los cuales: El Capitalismo
en la Era de la Acumulación Integral; Manifiesto Autogestionário; La
Consciencia de la Historia; Inconsciente Colectivo y Materialismo Histórico; La
Esfera Artística; Lo Que es Marxismo? Universo Psíquico y Reproducción del
Capital; Introducción a la Sociología; Estado, Democracia y Ciudadanía; Lo Que
Son Partidos Políticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario