CAOS Y
TENDENCIAS EN LA SOCIEDAD BRASILEÑA ACTUAL
Nildo
Viana
La
sociedad brasileña vive una situación caótica y marcha hacia la crisis y
posibilita tendencias diversas para el futuro. El caos surgió embrionariamente
en 2012 y se profundizó en los años siguientes. El momento más visible fue el
2013, cuando las manifestaciones estudiantiles generaron manifestaciones
populares que reunieron a miles de personas, generando disputas en el interior
del bloque dominante y una crisis institucional que, a su vez, reforzó y fue
reforzada por la crisis financiera. La desaceleración del ritmo de acumulación
de capital acabó generando problemas aún mayores. El impeachment del gobierno
neoliberal y neopopulista de Dilma Roussef anunciaba una recomposición del
bloque dominante y una posición más fuerte y definida de la clase dominante. El
nuevo gobierno adoptaría las políticas necesarias (reforma laboral, etc.) para
la reanudación del ritmo de acumulación de capital, permitiendo una mayor tasa
de explotación y otros cambios que colocarían al país en los ejes nuevamente.
Sin
embargo, esto no ocurrió. Esto no ocurrió debido a diversas determinaciones.
Una de ellas es que el proceso de desaceleración del ritmo de la acumulación de
capital no podría ser retomado de la noche a la mañana, así como eso
necesitaría un gobierno fuerte y competente. Las medidas económicas fueron
modestas y las reformas que serían necesarias para colaborar con ese proceso
tardaron en ser encaminadas y eran bastante impopulares. El Gobierno Temer
también pecó por haber formado un gobierno de "aliados", o sea,
compuesto por las fuerzas políticas que se unieron para derribar a Rousseff y
por eso muchos ministerios y el equipo gubernamental carecía de mayor firmeza y
competencia. Además, el gobierno ya nació con problemas de legitimidad y eso
reforzaba su debilidad. La morosidad en el encaminamiento de las medidas
necesarias, incluso debido a la espera del impeachment definitivo, acabó
generando otro obstáculo para la recuperación del ritmo de la acumulación
capitalista y también descrédito para el gobierno.
Así, el
gobierno Temer fue lento y no tuvo competencia para tomar medidas más rápidas y
eficaces. Después del impeachment definitivo, avanzó más rápido en las reformas
y encontró la resistencia no sólo de los representantes y simpatizantes del ex
gobierno, sino también de sectores de la juventud. Pero, prosiguió con su
acción, sólo que el poder judicial, que se autonomizó demasiado en los últimos
años, dio continuidad a los procesos de investigación de corrupción y acciones
jurídicas que acababan envolviendo diversos sectores, llegando hasta el actual
gobierno y adyacencias. Esta situación generó nueva inestabilidad política con
las denuncias que involucra al presidente Michel Temer. En ese contexto, los
ex-gobernantes intentan reanimar, sin gran apoyo popular. Brasil vive una
situación institucional en la que no tiene un gobierno estable, ni oposición
fuerte. En el plano de la sociedad civil, no hay gran reacción y la apatía del
movimiento obrero y de los trabajadores en general es el mayor problema del
momento y que hace la situación del país caótico. Las manifestaciones que
vienen ocurriendo son vaciadas e incluso cuando hay alguna forma de
participación más amplia, como la paralización nacional del 28 de abril, ocurre
de forma sólo defensiva, contra las reformas propuestas por el gobierno y sin
ningún proyecto político alternativo.
El caos
se establece cuando el aparato estatal y la democracia representativa enfrenta
una crisis de legitimidad, las disputas internas en el bloque dominante desgarran
al gobierno y reducen aún más su eficacia y legitimidad, la oposición
institucional se muestra frágil, incompetente e impotente, y el proceso De
lucha, auto-organización, autoformación, de los trabajadores se muestra
ausente. El caos instalado permite las más diversas soluciones, pues las
tendencias y posibilidades se amplían en este contexto. El bloque dominante se
encuentra desarticulado, pues si tuviera un mínimo de competencia y
articulación, habría evitado más esta situación post-impeachment, incluso
porque las reformas estaban siendo encaminadas en beneficio de la clase
capitalista y la responsabilidad estaba siendo jugada sólo para el gobierno
Temer. En ese contexto, una solución drástica puede ser tomada y ya tiene
sectores que comparten con esa posibilidad, la llamada "intervención
militar" para acabar con la balbúrgia reinante. Esta posibilidad existe y
desde 2014 hay sectores de la población defendiendo esta solución en
manifestaciones callejeras. Cuanto más la situación se deteriora y prolonga,
más esta posibilidad se vuelve una tendencia.
Esta
posibilidad convive con otra, que es una solución institucional. El alejamiento
del actual gobierno y nuevas elecciones (directas o indirectas) podría instalar
un nuevo gobierno. Esto daría un cierto aliento y podría proseguir con las
acciones en el sentido de reanudación del ritmo de acumulación de capital
("crecimiento económico"). Para ello, sin embargo, algunas luchas
serían bloqueadas en el interior del bloque dominante y con la morosidad que
acompaña en la política institucional, incluida la resistencia del Gobierno
Temer. Un problema adicional es el poder judicial y la llamada "Operación
Lava Chorro", pues nadie escapa de la corrupción, a no ser que se limite
la investigación. El aparato judicial y el aparato represivo se entusiasma con
su autonomización y van demasiado lejos, tan lejos que la ya ilegítima
gobernabilidad y democracia se vuelven cada vez más desacreditadas. Este sería
otro obstáculo para tal solución. No todos los agentes del proceso histórico
son conscientes de lo que están haciendo y de los problemas que pueden crear.
En el mismo lado, la ignorancia genera divisiones y problemas, lo que se ve
reforzado por intereses más particulares dentro de la clase dominante.
Algunos
engañados apuntan a una tercera posibilidad. El retorno glorioso de Lula, el ex
presidente del Partido de los Trabajadores. Sin embargo, además de este estar
involucrado con la corrupción y las denuncias y pruebas si se avoluman, así
como de diversos otros de su partido, como Dilma Roussef, su partido ya no
tiene ningún apoyo significativo de la población. La CUT - Central Única de los
trabajadores y todas las organizaciones de la sociedad civil apareadas por el
PT, incluso el MST (Movimiento de los Sin Tierra) se desintegra ante los ojos
de la población. Las manifestaciones vaciadas muestran su total falta de
legitimidad y apoyo popular. Las denuncias y problemas en todas estas
organizaciones sólo refuerzan la situación crítica y etapa terminal del PT.
Incluso el intento de unir el bloque progresista (intentando apoyar a los demás
partidos de izquierda) no generó ningún resultado, no sólo porque esos son
partidos pequeños y sin gran fuerza, como también por la inoperancia de todos
ellos y la resistencia de los sectores más extremistas. La apuesta del PT y
similares en las políticas de identidad (género, etc.) muestran el vacío y el
distanciamiento del bloque progresista en relación a la mayoría de la población,
tanto de las clases privilegiadas, cada vez más antipetista, cuando de las
clases desprivilegiadas, cada vez más Ajenas a la política institucional. Sólo
los sectores ligados al PT y demás fuerzas del bloque progresista y sectores de
la burocracia civil, intelectualidad e integrantes de movimientos sociales
cooptados por el antiguo gobierno y que aún no percibieron la derrota, se
mantienen como apoyo y no consiguen promover una verdadera oposición, Un plan
institucional (parlamentario, estatal, etc.), ni en el plano de la sociedad
civil (presión, manifestaciones, etc.).
Una
última posibilidad sería el desencadenamiento de una lucha revolucionaria, lo
que remite al bloque revolucionario y movimiento obrero. El bloque
revolucionario podría haberse desarrollado a partir de las manifestaciones de
2013, pero acabó estancándose, en parte debido a las políticas de identidad
incentivadas por el PT y similares, en parte debido a la falta de formación
política e influencia de las ideologías post-estructuralistas, Irracionalistas
y anti-intelectualistas) y el rechazo de la organización de vastos sectores de
la juventud a partir de tal influencia. La apatía del movimiento obrero también
refuerza ese proceso y facilita este estancamiento, con honrosas excepciones,
pero nada sirve lanzar semillas fértiles en terrenos infértiles. La gran
ausencia de las clases desfavorecidas y la fragilidad del bloque revolucionario
plantean esa posibilidad como remota.
Sin
embargo, así como nadie previó la emergencia del movimiento obrero en diversos
intentos de revoluciones proletarias (desde la Comuna de París, pasando por
diversas experiencias revolucionarias, sin hablar de luchas menos radicales,
pero sorprendentes, como las propias manifestaciones de junio de 2013 en Brasil
, Puede que el inesperado se manifieste de nuevo. La previsión histórica falla
por el motivo de que los analistas generalmente observan las tendencias
latentes y visibles y no la insatisfacción y descontento de amplios sectores de
la población que, espontáneamente, explotan en acción en cualquier momento. La
revolución de febrero en Rusia, así como el mayo de 1968 en París, muestran
estos procesos y como en momentos de desesperanza, la esperanza resurge
concretamente a través de las luchas sociales, especialmente las luchas
proletarias.
Pero,
esto trae mayor responsabilidad para el bloque revolucionario, pues necesita
contribuir con el proceso de auto-organización y autoformación desde ahora,
para que el intento, si ocurre, tiene mayores posibilidades de concreción y
superar el inacabamiento de las revoluciones proletarias. El bloque
revolucionario se encuentra fragilizado por diversos motivos. Aunque las
manifestaciones de 2013 apuntaban a su fortalecimiento, las políticas del
Gobierno Dilma, así como la polarización creada entre partidarios del gobierno
y opositores, que se manifestó electoralmente en 2014 y se fortaleció en los dos
años siguientes con la oposición entre oficialistas y adeptos del impeachment ,
Acabaron impidiendo ese proceso. La polarización excluyó a las clases
desfavorecidas del debate, especialmente al movimiento obrero. La disputa
electoral por el gobierno, que casi terminó en empate, tuvo casi un tercio de
ausentes, lo que se percibe a través de la cantidad de abstenciones, votos
nulos y votos en blanco, sumados. La polarización entre oficialistas y
opositores institucionales se dio en el plano político y también en la moral.
El moralismo conservador y el moralismo progresista se digladiaron y, dentro de
diversos movimientos sociales, tuvo el efecto, al lado de la polarización
principal, desviar gran parte de la población de la lucha de clases para
cuestiones de impeachment y
corrupción, por un lado, y cuestiones morales (sexualidad, etc.) por otro.
Otro
obstáculo que el bloque revolucionario encuentra es, además de la hegemonía y
polarización cultural derivada de la situación anterior, la fuerza de
ideologías y concepciones, que generan un verdadero reino del subjetivismo. La
negación de la razón -que se manifiesta a través del irracionalismo,
pragmatismo y practicismo- junto con la negación de la organización, acaban
debilitando drásticamente el bloque revolucionario (especialmente sectores de
la juventud, intelectuales, militantes en general). El autonomismo y el
anarquismo muestran sus límites por expresar influencia de las ideologías
subjetivistas y otras que no contribuyen con un avance teórico y organizativo,
así como la izquierda partidaria acaba reproduciendo varios de estos elementos
ideológicos, especialmente el PT (Partido de los Trabajadores) y el PSOL
(Partido Socialismo y Libertad).
El
bloque revolucionario puede ganar con la reemergencia del movimiento obrero,
pero debería antes de anticiparse y fortalecerse. Así, para que el bloque
revolucionario consiga colaborar con la autoorganización y la autoformación de
las clases desprivilegiadas y del proletariado en especial, sería necesario
fortalecer, ampliar la articulación política, aumentar el número de adeptos y
militantes, superar las ambigüedades de algunos sectores, Incluyendo el remolquismo en relación a otras fuerzas políticas y quedar atrapado en ideologías
hegemónicas). Además, tendría que intensificar y ampliar la lucha cultural
(desde la producción teórica, pasando por la producción artística, hasta llegar
al proceso de socialización del saber y divulgación, especialmente la
propaganda generalizada), la intervención revolucionaria en la sociedad civil
(movimientos sociales, escuelas , Universidades, barrios, fábricas y empresas,
etc.) y avanzar presentando una estrategia revolucionaria y un proyecto
político de transformación radical y total del conjunto de la sociedad. La
situación actual crea algunas condiciones favorables para este proceso, pero la
superación de la hegemonía y ciertas ambigüedades es necesaria para que esto
ocurra. El proyecto autogestionario debe ser la principal bandera de lucha del
bloque revolucionario y no la simple negativa de las reformas oficialistas.
En caso
de que el bloque revolucionario no pueda avanzar en ese sentido, las luchas
espontáneas podrán avanzar y crearse una situación revolucionaria, no sólo no
habría contribuido a que eso ocurriera en condiciones favorables para la
victoria, como tendría poca capacidad de intervención e impedir la
contrarrevolución, Sea por la vía de la represión estatal, sea por la vía de la
burocratización o su debilitamiento con mero cambio de gobierno. Por eso es
fundamental el incentivo para las formas de auto-organización (comisiones,
asociaciones, consejos de trabajadores, consejos de barrios, etc.) y la
autoformación intelectual (a través de la lucha y del acceso al pensamiento
crítico y producción cultural anticapitalista). La posibilidad de una
revolución proletaria victoriosa y acabada tiene como una de sus
determinaciones la cuestión de la hegemonía y de la fuerza de los bloques
sociales, especialmente del bloque revolucionario. Por eso éste necesita ir más
allá y superar sus límites.
The
future of Brazilian society is, in concrete terms, uncertain, and, on the plane
of consciousness, a box of surprises. That is why it is fundamental to raise
awareness to avoid surprises and to deepen the action to reinforce the tendency
that we want it to materialize.
Publicado
originalmente em:
No hay comentarios:
Publicar un comentario